¿Qué es la lingüística forense?

A raíz de la aclamada serie de Netflix Manhunt: Unabomber (2017), ha llegado a nuestras pantallas un concepto que era casi desconocido para las personas no especialistas: la lingüística forense. Esta disciplina es una parte de la lingüística que se basa en el estudio de los diferentes puntos de encuentro entre el lenguaje y la ley. Dicha rama de la lingüística puede ser crucial para resolver casos mediante el estudio de cartas de suicidio, peticiones de rescate en secuestros, amenazas en redes sociales, etc.

Somos lo que hablamos (o hablamos como somos)

La manera que tenemos cada uno de hablar o escribir puede ser una pieza fundamental a la hora de esclarecer un determinado caso de investigación. Nuestro idiolecto va siempre de la mano del ecolecto, de la variedad lingüística de nuestra clase social, del dialecto y por supuesto del idioma. Todas estas distinciones facilitan el estudio y la perfilación de los sospechosos. Por ejemplo, el uso particular de un individuo en los ámbitos gramaticales o de puntuación puede ser muy útil para averiguar la edad, el sexo o la procedencia geográfica del sujeto. Por ejemplo, ¿sabías que las personas neuróticas utilizan constantemente los pronombres en primera persona?  Por otro lado, las personas tímidas utilizan más artículos (un, el, una, la…) y expresiones que demuestran ambigüedad (quizás) al hablar.

La lingüística forense no solo trabaja sobre un texto escrito sino que también investiga la comunicación oral. La escucha de una grabación de voz nos puede dar montones de pistas si nos centramos en el ritmo, el acento, las pausas o si el hablante presenta algún trastorno de comunicación.

Unabomber: el caso que se resolvió con peritajes lingüísticos

Volviendo a la serie de Netflix, el propio James R. Fitzgerald (lingüista forense y perfilador criminal del FBI en el caso “Unabomber”) quiso estar cerca de la grabación de esta miniserie de 8 capítulos y ayudó a escribir el guion. Estos 8 episodios están basados en hechos reales sobre las investigaciones que se llevaron a cabo en los años 90 en Estados Unidos para dar con el paradero de Theodore Kaczynski.

Kaczynski, autor de los asesinatos de 3 personas y responsable de otras 23 víctimas no mortales, era conocido por enviar cartas bomba como protesta hacia el desarrollo de la sociedad contemporánea, haciendo un especial énfasis en las consecuencias perjudiciales que trajo consigo el desarrollo tecnológico de las sociedades humanas posterior a la Revolución industrial. Estas ideas las plasmo en su ya bien conocido manifiesto: La sociedad industrial y su futuro. Dicho escrito consta de más de 30.000 palabras (56 páginas), lo que facilitó el estudio del perfil lingüístico del criminal. Eso sí, Fitzgerald reconoce que tuvo que analizarlo más de 10.000 veces antes de poder localizar a Kaczynski.

Posteriormente al análisis de Fitzgerald, se determinaron varios puntos clave para el dibujo lingüístico de Ted: poseía un gran registro del lenguaje y apenas cometía errores, el formato parecía una tesis académica, subrayó en su manifiesto diferentes palabras o frases que le parecían importantes y se repetían diversos términos de manera frecuente. Además, el sospechoso mostraba construcciones sintácticas propias y se pudieron establecer puntos de unión entre su manifiesto y las cartas que le escribía a su hermano.

El caso se pudo resolver gracias al hermano de Ted Kaczynski, que identificó el manifiesto como obra de su hermano mayor. El escrito de Kaczynski había sido anteriormente publicado en un periódico de tirada nacional por petición expresa del propio Ted, prometiendo así un alto al fuego después de 17 años sembrando el terror en universidades y aeropuertos con sus famosas cartas bomba (1978-1995). A raíz de este acontecimiento, los investigadores se dedicaron expresamente al estudio del manifiesto hasta dar con el terrorista en 1998, el cual habitaba en una cabaña lejos de la civilización en el estado Norteamericano de Montana.

lingüística forense

Al principio de la serie se puede observar como el FBI no confía en absoluto en el método forense-lingüístico que aplica Fitzgerald y sigue inmerso en técnicas convencionales para resolver casos mediante el ADN o las huellas dactilares del sospechoso. Pero es al final de la miniserie cuando quedan retratados y empiezan a valorar este método que tanto puede ayudar a resolver un caso. La implantación completa de dicha técnica se llevó a cabo en parte gracias al gran trabajo de investigación que desarrollaron en el caso “Unabomber”.

Si bien esta miniserie no es para todo el mundo dada su fuerte temática científica, si sorprenderá a muchísimos espectadores y dejará con cara de incrédulos a estos que no sean asiduos en el tema tratar.

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